"Lo que no le pase al Atleti...". Ésta es la frase que suele acompañar al Atlético de Madrid. En esta o en otra época. Ya sea dicha con resignación por algún seguidor colchonero o con sorna por cualquier aficionado al fútbol. Es habitual, demasiado habitual, que el Atlético viva en el caos. Tiene un gen innato que atrae a lo extraño, a lo imposible, y casi siempre lo genera su propia piel. Además su extrema esquizofrenia, le hace vulnerable ante fenómenos extraños. Hoy se le arrimó Pérez Burrull y pese a ello goleó. Para echarse a temblar.
La locura colectiva estalló en el minuto 18 de partido. José Antonio Reyes, en una de sus innumerables penetraciones por banda derecha, fue derribado, tumbado y zancadilleado por Ever Banega en uno de los penaltis más evidentes que se recuerdan en la majestuosa historia de esta Liga. Para Pérez Burrull no fue. No creó oportuno pitarlo. Y no lo pitó porque estaba mal situado, lejos de la jugada, despistado y tapado por defensores del Valencia. La mala suerte para el árbitro cántabro, o mejor dicho, para el Atlético de Madrid, es que la contra siguiente fue gol del rival. Los de Emery aprovecharon el desconcierto atlético y Joaquín disparó una contra eléctrica que situó a Silva delante de De Gea. Tiró el de Arguineguín y paró el canterano, pero la pelota seguía viva. De Gea era el único que se empeñaba en evitar un gol que ya estaba escrito: error arbitral en un área, gol en la otra.
El infortunio volvió a elegir como victima al Atlético, que si algo merecía era ir por delante. Si la jugada del gol de Silva sonaba a despropósito, el calificativo se quedaba escaso con lo vivido después. Primero Reyes se topó con el palo tras una gran jugada personal, lo que alimentaba aún más que hoy sería una noche de brujas. Y posteriormente, Pérez Burrull volvió a escena. En uno de sus múltiples errores de la zaga ché, Agüero se hizo con un balón y encaró a Marchena, último defensor. Le dejó sentado en el área pero, como perro viejo, el sevillano, desde el suelo, sacó una mano (estilo Perea ante el Galatasary) y se la birló al Kun. Lo vieron hasta en Turquía. Otro penalti clarísimo para la historia LFP, pero Pérez Burrull tampoco lo consideró. Llegó tarde a la jugada y si no fuera por Assunçao, que le paró de un 'pechazo', Burrull hubiera seguido su trotar señalando la bola y diciendo "sigan, señores". Pero ante tanta protesta, el colegiado se paró, pensó y miró al juez de línea que se hizo el loco. Finalmente fue a consultar al cuarto árbitro, a unos 30 metros más lejos de la jugada que él, que puso cordura y dijo aquello de 'penalti y expulsión'. ¿Se imagina si después de todo la falla Forlán? Eso no pasó y el uruguayo situó el empate que minutos antes les habían robado.
Como si un partido entero se hubiera condensado en tan sólo 45 minutos, la primera parte tuvo de todo: goles, expulsiones, palos, cambios (salió Maduro por Mata para reforzar la defensa), y un ritmo propio del mejor partido de la Premier League.
De área a área, con un juego vertical y dinámico, la segunda parte discurrió por el mismo rail aunque ya sin tantas irrupciones de Pérez Burrull, más vivo en el seguimiento de la jugada, aunque se comió otro penalti por mano de Banega tras un tiro de falta de Simao.
Con el Atlético volcado, disfrutando del mejor juego de la temporada, Unai Emery, que por cierto celebraba cien partidos en Primera, sólo le quedaba rezar y encomendarse a César. El meta, desesperado por los continuos errores de una zaga mermada por las bajas de Mathieu, Bruno y Navarro, permitió que su equipo siguiera vivo aún estando con diez. Primero le paró una falta a Simao y después repelió un tiro en el área del mejor Reyes, que regateó, remató, dribló y jugó como en sus mejores tiempos en el Sevilla o en el Arsenal.
El gol del cojo
Pero el que saldrá en las portadas por marcar el gol clave será Kun Agüero. La cuota de expectación alcanzada en la primera mitad con los 'sketch' de Burrulll no se podían desperdiciar en esta segunda mitad y el gol de Agüero tuvo un guión original. En el 75', el argentino golpeó al suelo cuando estaba delante de César y se quedó dolorido. Siguió el juego con el argentino agonizando en el campo. Sus compañeros dudaban, ni seguían ni la tiraban fuera. Burrull le echó una mano señalando una leve falta en un lateral. Kun se levantó por orgullo y aunque parecía que iba a ser sustituido quiso aguantar al lanzamiento de falta. Sacó Simao y marcó Agüero. El gol del cojo. Es el tanto número 50 del argentino, que iguala a su compatriota Messi en precocidad al llegar a esta cifra con 21 años y 271.
Para buscar el empate, el Valencia sólo contaba en ataque con la inspiración de Silva. Sin Mata y Villa, que se fue tocado, el canario sólo ha podido asociarse con Pablo Hernández (sustituyó a Joaquín) y con Chori Domínguez. Pero ya era imposible, incluso ante el Atlético. Más cuando Miguel vio la tarjeta roja (algo exagerada), por una entrada a Valera.
La goleada final
Forlán, fiel a su cita con el gol, sentenció y dio oportunidad para que Quique Sánchez Flores (ex jugador y entrenador del Valencia) diera 'chance' al Toto Salvio. El argentino pudo cerrar la noche, pero falló ante César. Pinta bien el delantero. El sello definitivo lo puso Jurado, con un bonito gol ante un Valencia entregado.
Si este partido servía para medir la reacción del Atlético, el resultado del test es positivo ya que ha vencido a un gran equipo como el Valencia y se ha sobrepuesto a los antojos de un árbitro generador de caos, de ese que tanto le sobra al Atlético y que también ha desestabilizado al Valencia. En fin, lo dicho, si quieren emociones fuerte visiten el Vicente Calderón en día de partido, nunca falla.